El dinero en efectivo tiene sus días contados.
Prof. Dr. Carlos Eduardo Daly Gimón
Años atrás está afirmación podía tomarse como una verdadera exageración pero hoy en día ya no cabe lugar a dudas: el dinero en efectivo terminará siendo una reliquia en los años por venir.
Para sustituirlo ya se tienen varias opciones disponibles.
Comenzando por bajar la emisión de billetes de alto valor y retirarlos, en la medida de lo posible, de la circulación; también se podrán fijar ciertos límites a los pagos que se hacen en efectivo; esas medidas se podrán acompañar con determinados incentivos para la cancelación de la compra-venta de bienes y servicios con tarjetas de crédito y débito, e incluso alentar el uso de los medios electrónicos para las transacciones ordinarias; entre otras.
Porque de lo que se trata, ni más ni menos, es de eliminar el efectivo como medio de pago e instrumento fundamental de valor en las economías contemporáneas.
Para alcanzar tan importante objetivo monetario es necesario disponer de una estrategia estatal claramente definida y consensuada, así como del conjunto de dispositivos necesarios a tal fin. El e-money, eso ya está claro, representa ese futuro monetario que apenas despunta en distintas naciones del mundo entero.
Es el caso de Suecia, por ejemplo, quién redujo el valor del efectivo a 1% del PIB en 2019.
Para llegar a tan importante meta, el Swish[1], un sistema de pago por celular, ha jugado un destacado papel en hacer accesible el pago minorista en una amplia gama de negocios en todo el territorio sueco. Restaurants, ropa para niños, automercados o panaderías pueden cancelarse con medios electrónicos por parte de la mayoría de los consumidores, y, conviene tenerlo presente, ello ha sido posible gracias a la extraordinaria vinculación de los suecos con la tecnología, lo cual permite presagiar, a su vez, que ese comportamiento seguirá en ascenso.
En esta dinámica económica tenemos que incluir, por supuesto, el dinero plástico.
Cifras muy autorizadas revelan que más del 70% de la población utiliza estos medios en sus pagos regulares, y que Suecia se encamina, a corto plazo, hacia el uso marginal del dinero en efectivo.
Es tanto el afán de los suecos por dejar de usar el efectivo que ya son más de 9.000 las personas que se han implantado microchips en las manos para pagar en trenes o negocios de alimentos, incluso para ingresar a oficinas que funcionan sin llaves de acceso.
Ciertamente, esta transición acelerada hacia la eliminación del efectivo plantea también nuevos interrogantes. En el plano social, jubilados, inmigrantes y discapacitados quedan relegados a realizar sus operaciones a través de los servicios bancarios ordinarios, lo cual plantea que se definan nuevas alternativas para este tipo de cliente. El rol de los bancos comerciales es otro aspecto problemático: una participación más activa de las entidades bancarias privadas les da ciertas ventajas, y pone en entredicho el rol tradicional del Banco Central en tanto que Autoridad Monetaria y agente fundamental en la consecusión de los equilibrios macroeconómicos.
Otra cuestión de importancia es la ciberdelincuencia a través de las nuevas tecnologías e internet. La suplantación de identidad, el fraude y la estafa son delitos cada vez más frecuentes y que se han convertido en un significativo obstáculo en las transacciones monetarias actuales. El manejo de los datos personales por parte de empresas privadas, y sus consecuencias, es otra variable que obstaculiza la implantación del e-money y su uso generalizado.
Pero Suecia no es la única economía que evoluciona aceleradamente hacia la supresión del efectivo.
Alemania también avanza en la misma dirección.
De acuerdo al FMI, los pagos en efectivo serán minoritarios en Alemania en 2026, fecha a partir de la cual el pago en metálico sólo será del 49%[2].
En mayo de 2020, la Asociación Federal de Bancos Cooperativos Alemanes (BVR) reveló que las transacciones sin dinero efectivo en el país teutón aumentaron en más de un 48%, todo ello impulsado por la pandemia del Covid-19 a escala planetaria.
Dinamarca también se ha comprometido en la perspectiva de reducir los costos administrativos y financieros del manejo del dinero en efectivo, pero con la firme convicción de que en 2030 sus ciudadanos puedan desenvolverse cabalmente sin billetes ni piezas metálicas.
A esa lista que cada día se amplía tienen que agregarse Noruega, quién muestra avances sorprendentes al revelar registros del uso del dinero metálico en alrededor del 10% del total de sus operaciones, Holanda, Corea del Sur, y en menor escala Kenia o Ecuador.
En el caso de Ecuador, la prioridad en recurrir al dinero electrónico ha sido la de minimizar la exclusión financiera que está presente en amplios sectores de la población. Al inicio de esa experiencia (2015), 40% de la población activa estaba fuera del sistema bancario, y , sorprendentemente, la casi totalidad de los hogares tenía al menos un teléfono celular. En el mes de agosto del año en curso y con todo y la severa crisis económica ocasionada por el Covid-19 en Ecuador, el Banco Central de Ecuador (BCE) revela una marcada disminución en las operaciones con efectivo del sistema bancario y financiero en ese país.
A la luz de la ya vasta experiencia que tienen las economías en el uso del dinero metálico, los procesos monetarios y financieros han permitido evidenciar que el dinero efectivo es más caro, que provoca evasión fiscal, que es poco higiénico, y, además, que los costes medioambientales superan de lejos al dinero digital [3].
Y si la decisiones y estrategias para disminuir el dinero metálico no resultaren suficientes, las monedas digitales o criptomonedas han irrumpido de manera vigorosa en los mercados, al punto de que se estiman que existen más de 2.677 monedas virtuales en la actualidad.
Las billeteras, como van las cosas servirán, más que todo de adorno pues eso de cargar dinero metálico encima es cosa del pasado.
El dinero del futuro no se podrá tocar, ni oler, sólo se podrá ver en la pantalla de la computadora o en la del celular inteligente que cada ciudadano carga vaya donde vaya.
No es el mundo sin dinero, es el mundo con otro tipo de dinero.
[1] El Swish se lanzó en Suecia en 2012, patrocinado por seis importantes bancos en alianza con el Sveriges Riksbank (Banco Central del Reino de Suecia), y desde sus comienzos ha contado con un amplia aceptación por parte los usuarios. La aplicación para Smartphone permite conectar la cuenta bancaria a cualquier compra en tiempo real, transferencias u otras operaciones, y su posterior confirmación a las partes involucradas. El Swish requiere una segunda aplicación, Mobilt BankID Säkerhetsapp, que es una identificación electrónica usada por numerosos bancos en el país nórdico. Originalmente el Swish fue concebida para transacciones entre personas pero en la medida que se popularizó pasó a ser utilizado por empresas y comercios de manera creciente, y hoy en día es un factor fundamental en la sustitución del dinero metálico en Suecia.
[2] Veáse “Cash Use Across Countries and the Demand for Central Bank Digital Currency”.Fondo Monetario Internacional. https://www.imf.org Consultado el 18/08/2020.
[3] Moreno, Jesús. ¿Porqué Dinamarca quiere acabar con las monedas y los billetes? 15/02/2015 https://www.bbc.com Consultado el 16/09/2020.
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