Qué hay del “Triángulo del Litio”?
Prof. Dr. Carlos Eduardo Daly Gimón
Así como ha ocurrido con otros minerales estratégicos en América Latina (Plata, Oro, Cobre, Petróleo, Bauxita, Hierro, Estaño), la explotación industrial del Litio[1] abre una multiplicidad de oportunidades que sólo tiene sentido en el contexto del desarrollo tecnológico actual y futuro. Y los avances científico-tecnológicos pertenecen a otras regiones del mundo globalizado, por lo que el aprovechamiento industrial del preciado mineral es más todo un importante asunto en los objetivos de desarrollo de Latinoamérica.
Desde una perspectiva mundial, las reservas más importantes de Litio en 2019 están en Australia (42.000 toneladas), Chile (18.000 toneladas), China (7.500 toneladas), Argentina (6.400 toneladas), Zimbawe (1.600 toneladas) y Portugal (1.200 toneladas).
En el caso del “Triángulo del Litio”, éste se encuentra en América del Sur en un área que engloba al Salar del Hombre Muerto, Salar de Antofalla y Salar de Arizaro en Argentina, el Salar de Atacama en Chile y el Salar de Uyuni en Bolivia. Es pues una riqueza mineral de extraordinario alcance pero que vista como recurso natural no representa un instrumento de impulso al crecimiento y a la diversificación de sus sistemas productivos, pues antes tiene que procesarse y colocarlo en los mercados internacionales.
Y para su transformación son necesarios una serie de requerimientos que resultan condicionantes para convertir el Litio en un factor decisivo en el impulso y diversificación de estas economías.
Empezando por las inversiones.
Bolivia ha apostado por la explotación del Salar de Uyuni con empresas Joint Venture entre el Estado y la empresa alemana ACI Systems, así como con la corporación China Xinjian TBEA Group, en ambos casos con proyectos de inversión por más de 3.000 millones de $. No obstante, la producción es todavía limitada pues no supera las 250 toneladas y se espera que crezca a mayor ritmo en el corto plazo.
Chile es un país que tiene una posición privilegiada en materia de Litio.
Es el segundo productor mundial de compuestos de Litio detrás de China, pero es también poseedor del 52% de la Reservas Mundiales. Tiene más de dos décadas de explotación del Salar de Atacama y es el principal país exportador de Litio proveniente de salares.
Dos empresas copan el escenario chileno.
SQM, de capitales nacionales, y Albermale, de origen norteamericano. En este caso las denuncias por daños al medioambiente, al equilibrio hídrico del territorio y al ancestral modo de vida de los indígenas de la zona están a la orden del día. Incluso de desastre ambiental se le ha calificado.
Argentina tiene más de veinte años de producción en el Salar del Hombre Muerto (588 km2), y en este desarrollo también ha habido denuncias por contaminación en las aguas. Las inversiones extranjeras han mostrado un importante auge en los últimos años por parte de importantes empresas transnacionales entre las que cabe mencionar la norteamericana Livent, la australiana Orocobre, la japonesa Toyota Tsusho y Jujuy Energía y, controladas por Minería Sociedad del Estado (JEMSE). Esos desarrollos más otros 10 que están siendo sometidos a evaluación económica permiten estimar un total de inversiones de 5.400 millones de $ en 2020.
No obstante, más allá de la disponibilidad del Litio en los salares, hay que impulsar una serie de procesos para llegar a los químicos como carbonato o hidróxido de litio[2].
Lo que nos lleva a evidenciar las dificultades que los países miembros del llamado “Triángulo del Litio” enfrentan para lograr la producción de baterías para las plantas de fabricación de autos eléctricos, en razón de los altos costos del transporte.
De allí que no retomar la reiterada experiencia que hemos mencionado con respecto a otros minerales: exportar el litio como materia prima hacia las plantas europeas, chinas o norteamericanas.
No obstante, conviene tener en cuenta que se adelantan iniciativas para intentar mejorar las condiciones internas, y avanzar en el sentido de lograr la fabricación y/ o la industrialización en el plano local. En este sentido, vale mencionar la iniciativa del estado chileno en llegar a acuerdos con empresas mineras como Samsung SDI, Posco, Sichuam Fulin y Molymet, entre otras, para construir plantas que puedan fabricar partes y piezas para las baterías eléctricas.
Argentina también trabaja en los químicos del Litio, y, específicamente, ya ha logrado que se inviertan más de 60 millones de $ en la provincia de Jujuy, para construir una planta para la fabricación de baterías.
Bolivia cree que en 2023 0 2024 estará enviando baterías eléctricas a Alemania construidas con aportes de empresas china y alemanas[3].
Queda, desde luego, sopesar el impacto que ha tenido la pandemia de 2020 sobre la explotación y desarrollo del Litio, y sus consecuencias sobre los procesos en curso.
Al igual que otras variables macroeconómicas, la pandemia del Covid-19 interrumpió el proceso de se dio en los años posteriores a la crisis financiera de 2008, y ha creado una contextualidad que se espera logrará superarse en 2021. Se estima que el decrecimiento en la demanda por químicos de Litio anda entre -1,0% y -4.5%, especialmente en cuanto a las baterías para la electromovilidad. Vale anotar que Samsung SDI y LG Chemical anunciaron a finales de 2020 el cierre de sus plantas en Estados Unidos.
Las perspectivas, sin embargo, son alentadoras.
Los mercados tienden hacia una pronta recuperación y según los cálculos de Vantaz, en 2030 se estima que la demanda por químicos de litio crecerá de forma sostenida hasta alcanzar 1.091.000 toneladas[4].
La industria automotriz, de igual manera, hace crecer la demanda mundial, lo que se traduce en unas perspectivas atractivas para el “Triángulo del Litio” en particular.
Informaciones recientes indican que la electromovilidad, y la necesidad de avanzar en el uso de tecnologías verdes impactan de manera significativa el incremento de la industria de los coches eléctricos y las baterías que resultan indispensables.
China y numerosos países occidentales observan de cerca el “Triángulo del Litio” por la diversidad de posibilidades que tiene el nuevo “oro blanco”. Queda a los gobiernos de estas naciones latinoamericanas replantear el enfoque aplicado en años anteriores, es decir, diseñar un proyecto nacional de explotación y aprovechamiento del Litio a largo plazo, y que los frutos de la extracción de este recurso sirva a construir las bases de una industria local que fortalezca las capacidades nacionales, y contribuyan, igualmente, a generar empleo, diversificar el aparato productivo, proteger el medio ambiente y avanzar hacia una economía de energía limpias y sustentables. Es una responsabilidad histórica que Bolivia, Chile y Argentina enfrentan en medio de los cambios y transformaciones que la pandemia global representa para el mundo entero. Superar el estado de una economía minera primario-exportadora y sentar las bases de su incorporación a los procesos industriales y tecnológicos que son la base del desarrollo y la industrialización.
[1] El Litio es un insumo fundamental para la fabricación de batería eléctricas, para el almacenamiento de energías limpias y se le usa también en bombas de calor, en compuestos orgánicos, en naves espaciales, en la fabricación de cerámicas y hasta en aplicaciones nucleares.
[2] Tomado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-48666235 Consultado el 08/03/2021.
[4]Veáse https://www.sonami.cl/v2/wp-content/uploads/2020/11/Situacion-Actual-y-Perspectivas-para-el-Litio-SONA Consultado el 08/03/2021.
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