Por: Prof. Dr. Carlos Eduardo Daly Gimón
Nunca antes después del Tratado de Maastrich, la moneda única europea había enfrentado tantas dificultades para su estabilidad y valoración internacional.
Desde la década de los noventa estuvieron presentes los asuntos propios a la transición de un conjunto de monedas nacionales hacia una sola referencia monetaria europea.
Ciertos países cuestionaron la validez del proyecto monetario, otros expresaron dudas acerca de su viabilidad y hasta hubo aquellos que se opusieron drásticamente a suprimir su moneda nacional por la propuesta del proyecto integracionista.
Mal que bien, esas barreras fueron superándose paulatinamente, y hasta se postergó en el tiempo un debate dificil para dar paso a las realidades económicas. Pero la dinámica internacional pronto se ocupó de poner a prueba la moneda única. Me refiero, desde luego, a la actual coyuntura que sacude las estructuras mismas de la economía global.
Dos asuntos resaltan de inmediato al referirnos a la inestabilidad que enfrenta el euro.
El desajuste macroeconómico de varios países, y la consecuente asistencia-apoyo de los socios comunitarios, así como el efecto dominó que experimentan diversas naciones del viejo continente.
Los programas financieros de asistencia a Grecia, Portugal e Irlanda, y la muy probable eventualidad de que Italia caiga en dificultades junto a España, es una realidad más que evidente en este verano de 2011.
Estos planes de intervención financiera se están llevando a cabo con la participación no solamente del Banco Europeo sino del mismito F.M.I..
Pudiera decirse que son estrategias de apoyo de mucha urgencia, que llevan intrínsicamente políticas de austeridad que recuerdan las conocidas Políticas de Ajuste y Apertura aplicadas en la mayoría de los países latinoamericanos en la década de los noventa.
Pero esta vez se trata de naciones desarrolladas aunque bueno es decirlo, no se trata de las economías más industrializadas del continente europeo.
En cualquier caso y más allá del grado de desarrollo alcanzado, queda claro que Irlanda, Portugal y Grecia perdieron momentáneamente sus propias capacidades de conducir sus economías en la via del equilibrio y la prosperidad. Ese es el sentido de la asistencia financiera que ocurre en la actualidad, e implica, desde luego, una circunstancia económica nunca antes vivida en la europa comunitaria.
Ciertamente, está en juego la estabilidad del euro.
Si los países líderes (Francia, Alemania, Inglaterra) hubiesen expresado abiertamente su oposición a asumir planes de asistencia financiera cuantiosos que tarde o temprano lo sentirán en sus propios bolsillos los ciudadanos europeos, tarde o temprano tendrían que aceptar que estarían firmando no solamente un proceso depreciativo del euro sino su propia posición y solidez en los escenarios internacionales.
En el fondo, lo que está en juego es la existencia misma de la moneda comunitaria.
El escenario económico internacional de hoy en día es harto complejo, y los dirigentes de la economía global lo saben muy bien.
La economía norteamericana no solamente no logra encontrar la vía de un crecimiento económico sostenido, sino que variables fundamentales como el desempleo, el crecimiento industrial, el sector inmobiliario o el comercio al detal muestran un vaivén sorprendente y preocupante en el corto plazo.
Los japoneses lucen prisioneros de las consecuencias de la catástrofe reciente que le tocó vivir, y cuyos costos económicos son inconmesurables.
La Comunidad europea, ya ha sido dicho, adopta medidas severas para tratar de enderezar procesos económicos cuya dirección se aleja de la senda de la riqueza y la prosperidad.
Y finalmente, la ebullición social y política del medio oriente y norte de africa involucra a numerosos países productores y exportadores de petróleo, lo cual incide en niveles de precios que se acercan a los 100$ por barril y atenta, a no dudarlo, contra las políticas energéticas y de recuperación de las economías occidentales.
El panorama de la economía global en el corto plazo es poco menos que impredecible.
Y las monedas que reflejan los flujos comerciales, financieros y de servicios que transcurren en la dinámica económica internacional, siguen el impulso que desde los procesos productivos se les asigna.
Tendremos entonces mucha inestabilidad en el corto y mediano plazo, mercados de valores impredecibles, ratings de deuda elevados como muestra de evidentes riesgos de impagos, decisiones en materia de política fiscal cuya carga irá sobre la mayoría de la población, revisiones de régimenes impositivos al alza, y pare usted de contar.
¿Se sostendrá el euro como moneda estelar de la economía global?
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