Por: Prof. Dr. Carlos Eduardo Daly Gimón
La economía alemana ejerce un importante liderazgo en medio del inestable contexto que caracteriza la eurozona.
Sus niveles de crecimiento le han permitido sortear las dificultades que más recientemente han sacudido las estructuras productivas europeas: la crisis financiera de 2008 y la contracción que tuvo su origen en la deuda soberana.
Ciertamente, es posible afirmar que la solidez y estabilidad del modelo alemán ha sido puesto a prueba, e incluso ha salido ileso, pero no sin efectos sociales de importancia para la calidad y niveles de vida de la población.
Bien es sabido que la crisis económica que sacude las naciones europeas ha generado importantes secuelas en el plano social, y, particularmente en materia de empleo y desempleo.
Grecia, Portugal, España e Italia, por citar algunos países europeos en dificultades, han tenido que someter a revisión y en ciertos casos desmontar las estrategias de bienestar social de la postguerra.
Aunque sin tener que aplicar medidas tan severas como una exigente reforma laboral, o la extensión de la edad de jubilación, los cambios en política sanitaria o incentivos salarias compensatorios, la Alemania de Angela Merkel ha visto surgir fenómenos sociales desconocidos hasta hace muy poco en un país ejemplo de la eurozona.
La precariedad en el empleo es hoy en día una realidad en la Alemania del siglo XXI. Alrededor de unos 7,4 millones de trabajadores sobreviven con miniempleos que ofrecen un máximo de 15 horas semanales y remuneraciones que no pasan de los 450 euros mensuales.
Ello se traduce en un cada vez mayor número de personas que trabajan menos cantidad de horas. Independientemente de las razones por las cuales los trabajadores trabajan menos, queda claro que ello afecta su ingreso y desde luego su nivel de vida.
Estamos entonces ante un curioso fenómeno y es que se puede tener un empleo estable pero al mismo tiempo encontrarse en "riesgo de pobreza".
Flexibilización del empleo fruto de la globalización, costos sociales a cargo de los trabajadores, jubilaciones muy por debajo del salario mínimo son hechos presentes en la coyuntura de una economía Alemana que registra índices moderados de crecimiento y prosperidad.
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En 2014, la economía de Estados Unidos pareciera encaminada a mejorar sus niveles de desempleo con respecto a años anteriores. Una cosa es cierta, la tasa de desempleo sigue disminuyendo y ese es un síntoma inequívoco de la recuperación económica.
Sin embargo, el comportamiento de las economías desarrolladas en materia de generación de empleo muestra dificultades para afianzar tendencias incipientes y avanzar en esa dirección.
Actualmente, el paro en los Estados Unidos es de 6.6%.
Puede considerarse un logro de la política económica, y aún cuando la meta de la Reserva Federal ande por el 6.5%, debemos apreciar y valorar el avance que ello significa con respecto al 8% de desempleo de años atrás.
Pero, la tendencia del descenso del desempleo no muestra la consistencia deseada por las estrategias gubernamentales.
De acuerdo a las cifras más recientes del Departamento de Trabajo las expectativas de corto plazo se orientaban más bien hacia unos 185.000 empleos mensuales para alcanzar la tan ansiada meta del 6.5% en el año curso.
Esas expectativas no se pudieron alcanzar, al menos en el mes de enero de 2014.
Los datos publicados reflejan la creación de 113.000 empleos en enero, lo cual está bastante distante de los 185.000 empleos mensuales esperados.
Esos 113.000 empleos creados son bastante mejores que los 75.000 puestos creados en diciembre, y están bastante por debajo de los 274.000 nuevos empleos creados en noviembre de 2013.
En esa reducción de los empleos creados juega un papel significativo los fenómenos climáticos que se han producido en gran parte del territorio norteamericano.
Las importantes nevadas ocurridas en gran parte del país han provocado múltiple efectos sobre la actividad productiva, pues la interrupción del transporte terrestre público y privado ha impedido el normal desplazamiento de los bienes y servicios, así como de las personas, y por ende ha obstaculizado el normal funcionamiento de empresas, lo cual ha redundado en la posibilidad de expansión de la actividad comercial y productiva.
La suspensión de servicios públicos, los problemas con los vuelos nacionales e internacionales, las dificultades que ello acarrea sobre el aprovisionamiento de los pueblos y ciudades, los accidentes y otras circunstancias geográficas han enrarecido el ambiente productivo de la nación y por ende de la creación de empleo.
Esa tendencia registrada en el mes de enero debería revertirse en los próximos meses, y las proyecciones de alcanzar la cifra de los 185.000 nuevos empleos podría alcanzarse camino a 6.5% de desempleo o menos como resultado de finales de 2014.
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