Por: Prof. Dr. Carlos Eduardo Daly Gimón
La opinión pública mundial (ciudadanos, empresas, instituciones, mercados, líderes políticos) de estos tiempos observa con sorpresa y, probablemente, con decepción la decisión tomada por la mayoría de los electores ingleses al pronunciarse afirmativamente sobre el Brexit.
Hubo un tibio antecedente, el GREXIT(2012) que nunca llegó a materializarse. Esta vez la sencilla, simple, pregunta del referendo británico: ¿Debe el Reino Unido permanecer como miembro de la Unión Europea o debe abandonar la Unión Europea? obtuvo respuesta afirmativa(52,3%) aunque las proyecciones previas indicaban una ligera inclinación por el NO.
Los acontecimientos dejaban preveer un resultado distinto más que todo por sus implicaciones y consecuencias sobre la economía inglesa y las de sus socios. Error.La mayoría de los ingleses tenía otra idea en mente. sus referencias y aspiraciones andaban en otra dirección.
El mundo está cambiando, sin lugar a dudas.
Muchas son las causas que han provocado esta compleja e imprevisible situación pero a la luz de los resultados, el tema de la INMIGRACIÓN ha sido el factor decisivo en el pronunciamiento de los ciudadanos británicos.
En datos, Inglaterra vió incrementarse el número de inmigrantes en 330.000 personas el último año, y ocupa en la Unión Europea la segunda posición detrás de Alemania (7,5 millones de personas y 9,3% de su población total) en cuanto a inmigrantes se refiere con 5,4 millones de personas, lo que representa un 8,4% del total de su población. Pero no es solamente un asunto de estadísticas.
Lo dijo con mucha claridad Tom Watson(Vicepresidente del partido laborista) a principios de 2016: "La inmigración ha sido el telón de fondo de cada una de las elecciones que hemos tenido en el Reino Unido en los últimos años".
Igual percepción tiene el ciudadano común: "Hay demasiada inmigración y no hay sitios para todos" aseguraba un taxista londinense cuyos padres indúes compartieron ilusiones por una vida mejor desde hace más de una década en la capital inglesa.
Muchos de los inmigrantes de hoy en día son europeos.
No se trata de los flujos inmigratorios que sacuden al continente europeo y que provienen de Siria, Libia, Irak Afganistán o Africa negra.
En la Inglaterra de estos tiempos son los Polacos, Rumanos y Húngaros quienes han acudido a solicitar permanencia y cuya presencia se ha dejado sentir con mucha fuerza en los servicios públicos, niveles salariales y prácticas socio-culturales.
Desde luego que hay inmigrantes de otras regiones del mundo, pues a los ya mencionados le siguen India, Australia y China.
Y frente a esta oleada de inmigrantes continentales se han ido exhacerbando sentimientos de rechazo e indignación en importantes sectores de la población, que han sido alimentados por el populismo, los movimientos antiestablishment, los liderazgos radicales y la ultraderecha oportunista.
Ahora es imposible determinar las consecuencias a corto y mediano plazo del BREXIT.
Es por ello que inclusive al más alto nivel europeo existen dudas de si es más conveniente urgir al REINO UNIDO al inicio de negociaciones urgentes, en lo inmediato, acerca de la transición hacia una UNION EUROPEA sin INGLATERRA, o darse un lapso prudencial para analizar en los meses que vienen un asunto de tanta complejidad e implicaciones.
Por los momentos ya el Banco Central Europeo examina como abordar los problemas de liquidez que se aproximan con la salida de los ingleses del pacto comunitario, así como ya se notan variaciones en la prima de riesgo de ciertos países quienes sufrirán los embates del abandono del Reino Unido del esquema comunitario más importante de los conocidos hasta la actualidad.
El artículo 50 de la Unión Europea establece un período de 2 años para que se concluyan las negociaciones de la salida de un país, no obstante ello tendrá que llevarse a cabo teniendo en cuenta la coyuntura económica, las alianzas políticas y las prioridades del país que haya optado por salirse de la comunidad.
Ya está claro que no será Cameron, pues su derrota en el BREXIT significó su renuncia antes de octubre, y corresponderá al nuevo primer ministro dirigir ese proceso.
Tiempos inestables se aproximan. En palabras del historiador Luuk Van Middelarar, "no veo el apocalipsis, pero Londres pone a prueba, una vez más, a la Unión Europea".
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