Prof.
Dr. Carlos Eduardo Daly Gimón
Las principales
variables macroeconómicas de 2020 revelan una economía norteamericana que
presenta un comportamiento coyuntural estable, y pudiera decirse que pujante.
El
crecimiento del PIB se elevó hasta un 2,3% en 2019, lo cual se inscribe en una
senda de prosperidad que ya tiene cerca de una década y que coloca a la
potencia estadounidense a la vanguardia en los buenos resultados. Crecer de
manera sostenida significa progreso y calidad de vida. En las economías
desarrolladas y en el resto del mundo
El
PIB medido en millones de $ avanzó desde los 17.519,40 millones hasta los 21.439,45 millones en 2019
y se estima que alcanzará los 22.321,76 millones este año. Probablemente el PIB
de 2020 experimente una relativa reducción en su ritmo de crecimiento pero aun
así la economía crecerá por encima del 2%, y si las proyecciones resultan
acertadas, en el 2021 habrá una nueva disminución en los resultados macroeconómicos
que ubicará el comportamiento del PIB en alrededor del 1,7%.
El nivel de ocupación alcanzado en el proceso
económico estadounidense es realmente llamativo. Al tiempo que el aparato
productivo crece baja el desempleo, y se ubica en una cifra muy cercana al
pleno empleo. El Paro llegó a 3,7% en 2019, y puede que disminuya un poco más en 2020 y en
2021 hasta colocarse en un 3,5%.
Creo que es uno de los logros internos de mayor
significación para los responsables de las estrategias gubernamentales, y de notables
repercusiones para amplios sectores
populares. No es posible olvidar que importantes naciones desarrolladas lidian
desde hace años con niveles elevados de desempleo, como es el caso de España con
un 13,7%, así como otros países que han logrado retomar el camino del
crecimiento pero todavía mantienen tasas de desempleo altas como en Italia o en Grecia.
La
tasa de inflación es otro componente a destacar.
La
estabilidad en materia de precios se verifica en un
registro de 1,8% aproximadamente en 2019, y esa tasa, indican diversos
pronosticadores, debería elevarse hasta ubicarse en 2,3% este año y 2,4%, el
próximo.
Ello
redunda directamente en el poder adquisitivo de los sectores mayoritarios de la
población y permite elevar su capacidad de consumo.
Los
mercados financieros han igualmente registrado un auge en el período más
reciente, y, conviene advertirlo, los vaticinios a corto plazo son aún
inciertos. El Standart & Poor’s 500 superó el 31% en 2019, y el mercado de
bonos se situó igualmente en expansión con un 8,5% bastante mejor que el 7,5%
del año precedente. Ahora, con el Brexit ya aprobado, el Covid-19 que amenaza
al mundo entero, y las demás tensiones internacionales; no resulta nada claro el
panorama para la Bolsa de Valores de Nueva York, y sus actividades conexas.
La
reforma fiscal del gobierno de D. Trump (en vigor desde enero de 2018) ha
jugado un rol determinante en estos resultados, especialmente en cuanto a la
reducción de impuestos se refiere.
No
obstante, la economía norteamericana tiene aspectos complicados que permiten
presagiar dificultades en la coyuntura que muy someramente hemos descrito.
El
nivel de endeudamiento de los Estados Unidos es uno de ellos.
La
deuda pública como porcentaje del PIB muestra magnitudes sumamente elevadas, y, más aun, sin que se
adopten medidas definitivas para corregirla. En 2019 fue de 106,2, en 2020
subirá hasta el 108,0 y muy probablemente siga incrementándose hasta 110,0 en
2021. Es, como resulta evidente, una economía altamente sujeta a los vaivenes
de los tenedores de deuda, tanto en el plano interno como en los mercados
financieros internacionales.
Igual
afirmación es válida con relación a la política fiscal de los Estados Unidos.
El
manejo de las finanzas públicas en época reciente es problemático, pudiera
decirse, y provoca desajustes comprometedores en el aparato económico interno.
El déficit público se ubica en un 5,6%
para 2020, y se estima un 5,5% para 2021. Esto implica un gasto presupuestario elevado,
poco austero y contraproducente para la estabilidad de la economía. Creo que
sobre ello habrá que actuar para
encauzar su disminución en los meses siguientes. No olvidemos, que la Unión
Europea se ha propuesto como meta un déficit fiscal que no supere el 3% anual,
y hasta aplica sustanciales multas a quienes se excedan en el manejo anual de
ese indicador.
En
términos sectoriales, y al igual que otras economías desarrolladas,
Norteamérica exhibe alta productividad, desarrollo tecnológico de punta y es el
sector terciario de la economía, es decir, los servicios, el que impulsa su
dinámica productiva. El sector financiero, seguros, bienes raíces, educación,
salud, asistencia social y las actividades públicas le dan un impulso muy
representativo a su sistema de producción, junto a la industria manufacturera y
la agroindustria.
Desde
esta perspectiva es que hay que plantearse los eventos electorales de noviembre
de 2020; los cuales abren un conjunto de probabilidades y de interrogantes.
Dos
enfoques, básicamente, serán los protagonistas de la refriega electoral del
último trimestre del año. Los demócratas que están en pleno proceso de
primarias con B. Sanders, E. Warren y J.
Bidden como favoritos, quienes enarbolan la bandera de la desigualdad económica
como prioridad fundamental de la nación, y los pre-candidatos multimillonarios
que apuntan hacia el fortalecimiento del statu quo y sus rasgos más
sobresalientes. D. Trump, M. Bloomberg y T. Steyer representan esta última
parcialidad política que ambiciona dirigir los destinos del gigante
norteamericano.
Aparte
de esta diferencia nada despreciable en materia de estrategia socio-económica,
otros asuntos nacionales estarán presentes en la agenda electoral del 2020.
La
inmigración, el cambio climático y la asistencia sanitaria.
El
conjunto de normas y disposiciones administrativas del gobierno de D. Trump ha
llevado a que se le califique de “Muro Invisible” a su política migratoria, y, a
no dudarlo, será objeto de intensos y apasionados debates en el marco de los acontecimientos electorales
que se avecinan.
El
cambio climático también. Particularmente, el impacto de la emisión de los
gases de efecto invernadero sobre la actividad humana y sus secuelas sobre la
economía, la salud y las infraestructuras. Sin hablar, desde luego, de la separación
de Estados Unidos de los Acuerdos de París (04/11/2019), suscritos bajo las
premisas de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático.
La
reforma del Obama Care estará también sobre el tapete.
Son
temas de amplia trascendencia política y social en los Estados Unidos, que
estarán en la controversia por los votos junto al impeachment recientemente
rechazado, o la guerra comercial con China.
Asimismo
figurarán las tensiones por él Brexit, los conflictos militares y geopolíticos
en el Medio Oriente, e incluso las transformaciones necesarias en América
Latina.
A
esta altura del año todavía no tenemos sondeos ni encuestas sobre las
elecciones de noviembre de 2020, pero de lo que si estamos seguros es que los
electores norteamericanos tendrán que escoger entre seguir en escenarios como
los que se han vivido en los últimos cuatro años, o sentar las bases de un liderazgo creativo y
novedoso para encarar el difícil futuro que se avizora.
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