Los taxis voladores que se aproximan.
Prof. Dr. Carlos Eduardo Daly Gimón
A principios de 2020 estaba previsto el inicio de los ensayos de Uber para el traslado de pasajeros desde el aeropuerto JFK hasta la ciudad de Nueva York en taxis voladores (ubercópteros), y meses antes Volocopter GmbH[1] había llevado a cabo exitosos experimentos urbanos con sus sofisticados taxis aéreos en Singapur y Dubai; pero llegó la pandemia del Covid-19 y todo se detuvo.
Será entonces en post-pandemia que podremos presenciar la ejecución de uno de los más extraordinarios proyectos tecnológicos de los años por venir.
Porque más allá de los titulares de prensa y de las abundantes informaciones que circulan en las páginas Web; de los deslumbrantes prototipos que se exhiben en exposiciones y ferias de todo mundo; los taxis voladores representan la solución a importantes problemas de las urbes modernas, y, por tanto, son parte de su futuro inmediato.
Al día de hoy, evidentemente, numerosas empresas tecnológicas están comprometidas con su desarrollo.
Lilium Jet y Volocopter GmbH de Alemania, Uber Technologies Inc., Joby Aviation y Kitty Hawk de Estados Unidos, la sociedad europea Airbus Helicoptere (Airbus Group), el grupo surcoreano Hyundai Motor Company, la influyente Ehang (China), Rolls Royce, Verticial Aeorspace y Skyports Ltd de Inglaterra, o la starup francesa SeaBubbles, entre otras.
Todas tienen más o menos el mismo objetivo: construir una aeronave[2] que pueda despegar verticalmente y aterrizar en lugares reducidos, trasladarse entre espacios urbanos o interurbanos, que funcione con electricidad - casi siempre con un motor a combustión de respaldo -, silenciosa y de dimensiones moderadas. Probablemente tendrá que desplazar a grupos muy pequeños de pasajeros y habrá un conductor, aunque se supone que a medida que se logre avanzar se fabricarán los taxis voladores sin chofer (autónomos).
Porque detrás de los taxis voladores hay muchos intereses en juego.
A largo plazo, estimaciones confiables consideran que este mercado superará los 35.000 millones de $ en 2035[3].
Las inversiones sectoriales, en los actuales momentos, ya superan los 2.000 millones de $.
Para citar un caso relevante, Toyota Motors Corporation anunció a fines de 2019 inversiones en capital de riesgo cercanas a los 394.000.000 de $ en Joby Aviation, una startup de California que apuesta por los taxis aéreos eléctricos desde 2009.
Es el caso, igualmente, de Geely Holding y Volocopter GmbH quienes han acordado hace poco menos de un año destinar más de 125.000.000 de euros al desarrollo del Volocity [4], y para ello optaron por asociarse con importantes inversionistas asiáticos y americanos.
Otros gigantes del sector aeronáutico y automotriz también se vinculan a los taxis voladores: General Motors Company (GMAC) con sus poderosas baterías Ultium y sus motores eléctricos; el grupo DaimlerChrysler AG, e incluso Boeing Company trabajan en avanzados sistemas de despegue y aterrizaje, así como diversos componentes tecnológicos destinados al funcionamiento de estos sofisticados aparatos.
Pero, más allá de las soluciones tecno/productivas, la certificación y los impactos sociales son dos aspectos fundamentales que requieren, a corto plazo, la autorización de los gobiernos nacionales y locales, e incluso de la propia ciudadanía.
Son temas públicos que demandan tiempo y consensos.
Actualmente las autoridades conceden permisos para vuelos experimentales en distintos países, y diseñan los esquemas normativos que deberán aplicarse en los próximos años.
Más allá de sus similitudes con los Drones, los taxis voladores tienen necesariamente que integrarse con los sistemas de control de tráfico aéreo de la ciudad en la que van a operar. Ello implica que tendrán que acceder a los planes de vuelo de otras aeronaves para así coordinar debidamente su desplazamiento y circulación.
De igual forma, habrá que construir las pistas de aterrizaje y despegue con sus instalaciones para pasajeros, estacionamientos y zonas debidamente acondicionadas para recarga de baterías.
Normas para la explotación comercial del negocio de los taxis voladores son indispensables, así como la organización de las operaciones de vuelo y los puertos verticales.
Queda la preocupación por la contaminación sónica que producirán estos taxis voladores en sus recorridos y, su eventual aceptación por parte de las comunidades y conglomerados sociales.
Es de todos conocidos la aversión que existe en las grandes ciudades por la creación de nuevas fuentes de ruido, y de su influencia en la calidad de vida de los ciudadanos.
Nadie sabe cómo se va a resolver este espinoso asunto.
Los taxis voladores son bastante silenciosos porque sus motores eléctricos producen menos bullicio que el tránsito automotor, pero hay que ver el impacto que puede producir el hecho de que nuevos vehículos aéreos se desplacen a la vista de vecinos y habitantes de las grandes ciudades, y agraven así su ya precaria tranquilidad en cuanto al descanso y ocio de los fines de semana.
El tráfico automotor urbano imperante no lo conforman únicamente los intensos embotellamientos que a diario congestionan calles y avenidas de las grandes ciudades, es también el consumo excesivo de hidrocarburos y, consecuentemente, el conjunto de gases que expulsan los vehículos a combustión interna, la contaminación acústica que no cesa de aumentar, y, la pérdida de tiempo en horas de trabajo del trabajador urbano. Todo ello sin contar las dificultades del transporte público de pasajeros en convertirse en un medio adecuado y eficiente que satisfaga las necesidades del ciudadano de a pié.
Así las cosas, el taxi volador ya no es el manido símbolo que las películas de ciencia ficción proyectaron en los cielos del siglo XX: En un lapso no mayor de 5 años ud. podrá ir al aeropuerto a tomar un vuelo internacional, al centro de la ciudad de compras, o acudir a cerrar un negocio en el mercado de valores de Paris, Londres o New York en menor tiempo y a costos razonables.
Los taxis voladores ya existen, están actualmente a prueba, e incluso ya se les concibe circulando sobre las principales vías fluviales de las grandes ciudades del mundo entero.
[1] El VoloCity de 18 rotores (VC200) es uno de los principales proyectos de la empresa alemana Volocopter GmbH, asentada en Bruchsal (Baden-Wurtemberg) y pionera en el campo de los taxis eléctricos aéreos de despegue vertical, y movilidad urbana.
[2] También se les conoce como Vehículos de Movilidad Aérea Urbana (UAM).
[3] https://www.bfmtv.com/economie/entreprises/industries/taxis-volants-ce-marche- Consultada el 03/10/2020.
[4] Es un taxi volador eléctrico, autónomo y comercial, de 18 rotores, con capacidad para trasportar dos personas en el ámbito urbano incluyendo equipaje , con una autonomía de vuelo cercana a los 35 Km y a una velocidad máxima de 110 km/h.
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