¿Y qué va a pasar en 2021 con la guerra arancelaria?
Prof. Dr. Carlos Eduardo Daly Gimón
El conflicto arancelario que azota al comercio internacional en esta segunda década del siglo XXI lo inició D. Trump en marzo de 2018, y ahora que J. Bidden ha ganado las elecciones estadounidenses muchos se preguntan qué y cómo hará el líder demócrata en la Casa Blanca para resolver tan delicado asunto a partir de enero próximo.
Está en juego la política comercial proteccionista aplicada por los Estados Unidos en los últimos años, su unilateralismo como estrategia ante la cooperación multilateral, la intensa competitividad internacional que caracteriza al mundo globalizado, y, probablemente, como telón de fondo, una dura batalla por el liderazgo mundial.
Es un enfrentamiento económico, y también político, de importantes implicaciones para la comunidad internacional.
La guerra arancelaria con China comenzó cuando D. Trump impuso mayores aranceles (25%) al acero estructural proveniente de ese país; y haciendo uso de la reciprocidad, la potencia asiática optó por aplicar sanciones arancelarias a más de 128 productos de Norteamérica, en especial a la soya[1], por montos superiores a los 75.000 millones de $. Las consecuencias no se hicieron esperar: según datos de la OCDE[2], las ventas se contrajeron en más de un 5,3% en China, y las ventas a los mercados internacionales desde norteamérica se vieron afectadas en 1,15%.Asimismo, los precios de productos de consumo experimentaron alzas significativas en el mercado interno estadounidense, y el crecimiento económico chino se ha visto reducido por el impacto de las dificultades provocadas por la guerra arancelaria. México también se vio involucrado en las sanciones antidumping emprendidas por el Departamento de Comercio, y, aparte del acero y el aluminio, las autoridades norteamericanas han mencionado los aguacates, cerveza, computadoras, pantallas planas de tv y otros bienes. Desde una perspectiva diferente, Vietnam, Taiwan, Bangladesh y Corea del Sur han sacado provecho de los obstáculos que han surgido por el conflicto arancelario en curso, eso sin mencionar a ciertos países industrializados que se han visto seriamente impactados por esta disputa comercial.
Recientemente -sept. 2020-, la Organización Mundial de Comercio (OMC) condenó las acciones arancelarias estadounidenses con el argumento de que: “no son consistentes con los principios de Nación Más Favorecida de la OMC”[3], lo cual no hace sino alimentar la incertidumbre generalizada que sacude los mercados internacionales.
En el caso de la Unión Europea, los enfrentamientos con Estados Unidos en temas comerciales han estado al orden del día.
En junio de 2020, esa tensión tomó un nuevo impulso por la denuncia contra la UE por haber subvencionado a Airbus SE en el marco las ayudas públicas a los fabricantes de aeronaves, y que, según el Departamento de Comercio, están afectando al gigante aeronáutico estadounidense Boeing Company. La estrategia contra la UE se centra esta vez en fijar aranceles sobre sus exportaciones de marcas de lujo como Givenchy o Hermes, también al coñac y el champán, e incluso a productos de origen agrícola como la aceituna negra, el aceite y el vino de España, así como bienes y servicios de otros países europeos.
Ante estas acciones sancionatorias, la UE ha esgrimido la Tasa Google, que es un impuesto sobre las actividades de las poderosas empresas tecnológicas como Apple, Amazon, Facebook y Microsof, entre otras, y que se tiene previsto entrará en vigor en enero de 2021 bajo las premisas de la Ley sobre el Impuesto de Determinados Servicios Digitales[4].
Más allá de la revisión periódica de los esquemas arancelarios, el uso reiterado de una política comercial sancionatoria representa una grave amenaza sobre el comercio recíproco y vulnera, asimismo, la dinámica del crecimiento económico global, y de la inversión.
Las soluciones planteadas se orientan, más que todo, hacia la reactivación de los equipos de negociación y, consecuentemente, la adopción de un tratado que permita regularizar los esquemas arancelarios a niveles suficientemente equilibrados para los intereses y perspectivas de las naciones afectadas.
El pacto del 15 de enero de este año entre China y Estados Unidos, por ejemplo, fue considerado como una tregua en los más de dos años de conflicto entre ambas potencias, así como una oportunidad para abrir un nuevo espacio de entendimiento y respeto mutuo en materia comercial.
Pero la realidad es testadura, pertinaz.
En pleno desarrollo de la pandemia provocada por el Covid-19, a principios de agosto la Comisión Europea decidió extender las medidas antidumping adoptadas en 2018 hacia China, en particular sobre ciertos aceros resistentes a la corrosión que son utilizados por exportadores chinos para contrarrestar costos y precios de la competencia[5].
Y por si algo faltara, La Unión Europea anunció a principios de noviembre que aplicará nuevos aranceles a productos procedentes de Estado Unidos, por más de 4.000 millones de $, pero, simultáneamente, los gobiernos de las principales economías del viejo continente no cesan de declarar públicamente que quieren diálogo y acuerdos económicos que satisfagan a las partes en conflicto.
Por los vientos que soplan, J. Biden pareciera que va a asumir una posición más conciliadora que su predecesor, dispuesto a pasar la página del “american first” y emprender una etapa de concertación y de nuevos acuerdos, pero, es nuestro parecer, no hay que crearse demasiadas expectativas al respecto: la defensa de las empresas norteamericanas ante la competencia externa es un objetivo de su programa electoral.
Asimismo, e íntimamente ligado a la guerra arancelaria que hemos descrito en párrafos anteriores, está el tema del multilateralismo. Somos del criterio de que, en una perspectiva amplia y genérica, no hay mayores diferencias entre el enfoque de D. Trump y el de J. Bidden en cuanto a la inserción de los Estados Unidos en los mercados internacionales, pero si habrá una marcada diferencia de estilo y así como en intentar alcanzar una relación más armónica con sus socios estratégicos, entre ellos los de la Unión Europea.
El multilateralismo volverá a reinar en las relaciones económicas internacionales de los Estados Unidos, pero siempre teniendo una prioridad por delante y que no es otra que proteger y salvaguardar sus propios intereses.
La época de la rebaja de impuestos para las grandes corporaciones parece haber terminado, y para equilibrar gastos, generar empleo, superar los efectos del Covid-19 y fortalecer el aparato económico, los Estados Unidos bajo el mandato de J. Baiden tienen no solamente que impulsar los flujos de comercio e inversión, sino que también es necesario abrir mercados para que los bienes y servicios puedan posicionarse competitivamente en los escenarios internacionales.
Del aislamiento malcriado y agresivo de D. trump, J. Biden tiene que mostrar la perspicacia y visión que muchos de sus socios piden a gritos en medio de un mundo convulsionado e impactado por el Covid.19. El crecimiento económico mundial dependerá de ello, es decir, de la capacidad de liderazgo que Biden pueda evidenciar a partir de enero. Es un reto crucial para el futuro de la economía mundial.
[1] En diciembre de 2019 China decidió la suspensión de “algunos” aranceles a las semillas de soya y a la carne de cerdo de los Estados Unidos, lo que contribuyó a bajar las tensiones entre Pekin y Whasington.
[2] Veáse https://www.oecd.org
[3] La OMC dice al respecto: ·El principio de la nación más favorecida (NMF) es una piedra angular del sistema multilateral de comercio concebido después de la Segunda Guerra Mundial. Trata de reemplazar las fricciones y distorsiones características de las políticas (bilaterales) basadas en la fuerza por las garantías de un marco basado en normas, en el que el derecho a comerciar no depende de la influencia económica o política de los distintos participantes. Por el contrario, las condiciones más favorables de acceso que se hayan concedido a un país deben otorgarse automáticamente a todos los demás participantes en el sistema. Esto permite que todos se beneficien, sin necesidad de nuevas negociaciones, de las concesiones que puedan haber sido convenidas entre importantes interlocutores comerciales con una gran capacidad de negociación”. https://www.wto.org/spanish/tratop_s/serv_s/cbt_course_s/c1s6p1_s.htm
[4] Veáse: ¿Qué es la Tasa Google y cómo te afecta? 18/02/2020 En.: https://www.lavanguardia.com/economia/20200218/473648046090/tasa-google-com
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