China y las cadenas de suministro en un mundo cada vez más
complicado.
Prof. Dr. Carlos E. Daly Gimón
Las cadenas de suministro son parte esencial de la
dinámica empresarial, por cuanto se trata de un conjunto de operaciones
destinadas a facilitar los insumos e informaciones necesarias para la
fabricación óptima de los bienes y servicios, y así mantener y fortalecer la
competitividad de las compañías en el mundo entero.
Son, por tanto, parte fundamental de los procesos
productivos.
Y en la medida en que China expandió sus capacidades
económicas a escala planetaria, devino en una potencia económica de enormes
dimensiones industriales que suministra e importa bienes y servicios desde y
hacia diversas economías a gran escala.
Pero más allá de su importancia, las cadenas de suministro
se han convertido en un asunto propio de la geopolítica de nuestros tiempos.
Ya desde 2017, con D. Trump como primer mandatario de los
Estados Unidos, las cadenas de suministro pasaron a ser un tema de la política
internacional y de la diplomacia entre naciones. Los fabricantes de calzado,
las empresas automotrices y el comercio al por menor tuvieron que hacer frente
a una política comercial de marcado corte proteccionista y orientada a
favorecer la producción interna norteamericana.
Las decisiones de su gobierno de Trump de retirarse del
Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), y de renegociar el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) crearon nuevas
condiciones en el comercio mundial y afectaron, desde luego, las cadenas de
suministro y las inversiones de capital.
Ello implicó, abiertamente, una revisión de las
relaciones comerciales con China, en el sentido de retirar cadenas de
suministro de carácter global con la aplicación de medidas arancelarias
superiores al 15% y que afectarían, igualmente, el tráfico de carga entre ambas
naciones.
Con la salidad de D. Trump de la Casa Blanca se creyó que
habría un cambio sustancial en la política comercial y en las relaciones
económicas entre ambas potencias, pero la llegada del Covid-19 vino a sumarse a
las dificultades que en materia de cadenas de suministro ya existía.
Asimismo, con la llegada de la crisis sanitaria en China se
produjeron importantes efectos sobre las líneas de envíos de contenedores y de
cadenas logísticas, pues los embotellamientos en el tráfico de productos se
empezaron a sentir, y los aumentos en los costos igualmente.
Con las políticas de confinamiento y de aislamiento aplicadas
por las autoridades para combatir el Covid-19 se acrecentaron las dificultades
que hemos referido en cuanto a la desaceleración económica y los enfrentamientos en materia comercial.
Empezaron a verificarse importantes dificultades en los
terminales portuarios pues faltaban trabajadores para movilizar los
contenedores, se notaba igualmente la ausencia de choferes de camiones en
cantidad suficiente para transportar las mercancías y hasta la descarga de
contenedores refrigerados se vio obstaculizada por problemas con las fuentes de
energía.
Esto, como es lógico deducirlo, impactó severamente los
flujos comerciales de China, e, igualmente, de sus clientes en diversos países
del mundo ya que la disminución de la llegada de contenedores se tradujo en un
descenso de la actividad portuaria y en pérdidas económicas sustanciales.
En mayo de este año, Bloomberg registró que las
exportaciones chinas se desaceleraron a su ritmo más débil desde junio de 2020,
lo cual ha implicado que el suministro no se ha normalizado a pesar del
esfuerzo de las autoridades en avanzar en esa dirección.
Con la coyuntura que provocó la crisis sanitaria mundial
se trastocaron los valores tradicionales en los índices inflacionarios, por lo
que los problemas en las cadenas de suministro en China vinieron a agregarse al
contexto inflacionario ya existente. A lo cual tienen que sumarse los
contratiempos laborales propios de la situación de los trabajadores en
confinamiento.
Más aún, el crecimiento económico de China experimentó
una desaceleración significativa que se dejará sentir en las naciones con las
que tiene vinculaciones comerciales de distinta naturaleza.
Las estimaciones del gobierno chino para 2022 se ubicaban
alrededor del 5.5% del Producto Interior Bruto (PIB), pero los bajos niveles de
crecimiento del segundo trimestre hacer presagiar que no solamente no se
alcanzará esa meta del 5.5% sino que su PIB estará bastante por debajo y
representará uno de los niveles de crecimiento más bajo de la potencia asiática
desde 2020.
Las recientes predicciones del Fondo Monetario
Internacional (FMI) establecen un crecimiento de China de alrededor del 3.2%
para 2022 y 4.4% en 2023, con la preocupante afirmación de que “lo peor está
por venir” refiriéndose a los próximos años.
A los problemas en las cadenas de suministro, el
comercio, la inflación y el crecimiento económico ha venido a sumarse la invasión de Ukrania por parte de la
Federación Rusa y la consecuente crisis energética que se encuentra en pleno
desarrollo sin que se tenga ninguna certeza de cuando habrá de finalizar.
Enfrentada a un conflicto que su aliado V. Putin ha
asumido por encima del derecho internacional y en un evidente enfrentamiento
con las potencias occidentales, China llama a una desescalada y asume una
cierta neutralidad con ambigüedad y dudas.
En realidad, preocupa a China la salida de importantes
inversiones que han ocurrido en el transcurso de este 2022, la posibilidad de
que se le apliquen sanciones como las que tiene que enfrentar V. Putin estos
últimos meses y la apremiante necesidad de recuperar su economía.
También está presente en ese conjunto de factores la
guerra energética que se libra entre la Federación Rusa y Occidente.
China está involucrada en ese conflicto, o, al menos,
sufre sus consecuencias.
Problemas en el suministro de electricidad, reapertura de
las minas de carbón, incumplimiento de tratados mediambientales y el alza en el
precio de la energía, son algunos de las variables que en el tema de la energía
golpean a China y la hacen más vulnerable en cuanto a sus estrategias
económicas se refiere.
La crisis energética internacional impacta la capacidad
industrial de China, la cual se sostiene en gran parte con el suministro de
energía que proviene del petróleo y del carbón.
Y por tanto, el importante papel que juegan las cadenas
de suministro en sus relaciones económicas internacionales.
Tal es la prioridad que el gigante asiático le otorga a
las cadenas de suministro, que en los círculos de industriales y empresariales
de aquel país se hacen importantes esfuerzos por demostrar que las cadenas de
suministro son estables, seguras, y que los suministros están garantizados para
la industria mundial en el marco de los intercambios internacionales.
China se juega, con las cadenas de suministro, gran parte
de su recuperación económica de los meses venideros en un escenario complejo e
impredecible.
Comentarios