De Liz Truss a Rishi Sunak: la política económica conservadora
en el Reino Unido.
Prof. Dr. Carlos E. Daly Gimón
A veces, la gestión económica se vuelve una bestia indomable que se resiste
a los mandatos de la clase política y la desobedece. Es lo que ocurre por estos
días en Inglaterra.
Y se trata de gobernantes de una misma ideología o, si se quiere, de las
mismas convicciones y principios.
Liz Truss y Rishi Sunak son líderes
y dirigentes conservadores con calificación suficiente y disposición para
alcanzar un mismo objetivo: encauzar la economía inglesa hacia el crecimiento y
el bienestar. No obstante, para llegar a ese crecimiento no solamente no hay un
solo camino sino que hay distintas vías y bastantes obstáculos en el trayecto.
L. Truss devino primer ministro en septiembre de 2022 y a sólo 45 de haber
sido elegida tuvo que dimitir porque, según declaró, “no pude cumplir el mandato por el que fui
elegida”. Y se lleva, dicho sea de paso, la peor marca como gobernante pues se
convirtió en el mandato más corto de cualquier líder en el Reino Unido.
Electa por los parlamentarios del Partido Conservador, L. Truss inició su
actuación al frente del gobierno con la promesa de bajar los impuestos y
encaminar al Reino Unido hacia una dinámica económica equilibrada y teniendo
siempre en la mira reinstalar a la economía británica en la senda del
crecimiento y de la expansión del producto.
Al parecer, los problemas surgieron apenas se definieron las líneas
presupuestarias fundamentales en las que se materializaba la reducción de impuestos
prometida en su campaña para la función de Primer Ministro. El Plan suponía la
disminución del tipo básico del impuesto sobre la renta, bajar los gravámenes
sobre la compra de viviendas, también llamado el “stamp duty”, así como el
incremento previsto sobre el impuesto a las sociedades.
El punto central de su propuesta fue que los ingresos fiscales iban a
ser financiados con más deuda, lo cual, como era de esperarse, impacto de
manera inmediata los mercados financieros, en particular los mercados de bonos
y los fondos de pensiones.
Ya a finales de septiembre hubo que revertir el conjunto de medidas
tributarias, y se inició una manifiesta inestabilidad en un gobierno que a esa
altura no era capaz de ofrecer ningún resultado palpable en materia de política
económica.
Ante el claro revés de esas decisiones gubernamentales, el ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, resultó removido de su cargo, y L.
Truss se ve obligada a reconsiderar sus planteamientos iniciales, proponiendo
en la segunda semana de octubre un alza en los impuestos a las empresas de 19% a 25%, tal como había sido proyectado anteriormente
por el gobierno de B. Jhonson.
Pero ya los mercados se encontraban en plena
efervescencia.
La Libra Esterlina mostró una manifiesta
debilidad en sus cotizaciones y con tendencia hacia un descenso vertiginoso a
corto plazo, lo cual vino a complicar aún más situación de la deuda pública
inglesa.
La fuerte inestabilidad de los mercados
financieros indujo a la Autoridad Monetaria a intervenir de manera reiterada a
través de la compra de títulos de deuda para amortiguar el impacto sobre los
Fondos de Pensiones, con todas las consecuencias que ello suponía para las
empresas y la economía del Reino Unido en general.
De esta manera, junto a los desajustes del incoherente
gobierno de L. Truzz, la problemática relativa a las complejas consecuencias de
la post-pandemia siguieron presentes y en vías de agravarse, como es el caso
del alza de los niveles inflacionarios que ha pasado a ser uno de los asuntos
que más preocupa a la opinión pública del país.
Al igual que numerosas economías de europa
occidental y del resto del mundo, los índices de precios están causando severos
problemas en el consumo y en el poder adquisitivo de la población.
En el caso de Inglaterra, la inflación de
dos dígitos por vez primera en más de cuatro décadas ha sido reiterativa y
persistente. En agosto, el Indice de Precios al Consumidor (IPC) fue de 9.9%, y
en septiembre ese mismo índice se ubicó en 10.1%.
Ello ha obligado al Banco Central del Reino Unido a aumentar de manera
sistemática los tipos de interés, y tomando como referencia al mes de mayo
cuando la tasa promedio fue de 1.0%, en septiembre de 2022 la tasa de interés promedio
ya alcanzó el 2.25%, afectando de manera significativa el financiamiento de las
empresas y el de los consumidores.
Si observamos el comportamiento de la economía del Reino Unido en términos
de PIB, tenemos que, de acuerdo a las informaciones estadísticas de
datosmacro.com, el PIB del Reino Unido en el segundo trimestre de 2022 fue de
0.2% respecto al trimestre anterior, lo cual significa que la variación
interanual del PIB ha sido del 4,4%, 65 décimas menor que la del primer
trimestre de 2022, cuando fue de 19,9%.
Como se ve, la contracción económica del Reino Unido está acompañada por
procesos inflacionarios relevantes, desajustes fiscales, mercados financieros
con significativas perturbaciones, tasas de interés al alza, signo monetario en
declive, todo en medio de una crisis política en la que se suceden los cambios
de gobierno bajo la conducción del partido conservador.
Y Rishi Sunak es parte de esta
coyuntura desde hace ya un tiempo.
R. Sunak fue ministro de finanzas de
Boris Johnson entre 2020 y 2022, y el 24 de octubre del año en curso fue
elegido Primer Ministro. Varias son las dificultades que tiene que enfrentar en
las semanas que se aproximan. Y tendrá que comenzar por superar las
perturbaciones que sacuden al partido conservador, los tories como suele
llamársele, impactado por divisiones de distinta índole, y dónde sobresale la
falta de disciplina y la desobediencia.
Pero más allá de la particular coyuntura que caracteriza las filas internas
de su propio partido, están las dificultades propias al sistema económico en el
que, como ha sido mencionado, despunta la necesidad de controlar la inflación y
de encontrar soluciones prácticas para la crisis energética que ha tomado
cuerpo con la invasión de Ukrania por parte de la Federación Rusa y que ya con
el invierno en curso, amenazan a las familias y al bienestar de la sociedad en
su conjunto.
E, igualmente, el gobierno que apenas comienza tiene que ocuparse en los
días que se avecinan de aportar fondos para restablecer un sistema de salud
conocido por su capacidad para dar respuesta a las emergencias sanitarias que
ha enfrentado, pero que con el Covid-19 tuvo que usar recursos importantes, por
lo que tiene que aumentar sus ingresos para atender con eficiencia a la
población necesitada.
Ciertamente, R. Sunak se las jugó cuando expresó, abiertamente, que la
disminución de impuestos no tenía sentido en un momento de alta inflación y que
sólo aumentaría la deuda.
Y los mercados terminaron dándole la razón.
Ahora, en un gobierno igualmente conservador como el de L. Truss, tiene que
encontrar soluciones diferentes, y sin lugar a dudas tendrá que adoptar medidas
de política estabilizadoras y desde allí aplicar los correctivos para
restablecer los desajustes macroeconómicos que están presentes en la coyuntura
actual.
Él lo ha dicho de manera explícita: “se cometieron errores que tienen que
ser corregidos”, a lo que ha agregado, “no fueron fruto de la mala voluntad, pero fueron errores. Y sé que he
sido elegido líder de mi partido y vuestro primer ministro, en parte, para
corregir esos errores, de modo inmediato”.
Y aunque no lo dijo con franqueza, si anticipa que “llegarán decisiones
difíciles”, pues más allá de las consecuencias del Brexit que todavía carga
sobre sus hombre el Reino Unido, los escenarios internacionales son cada vez
más complejos y problemáticos. En palabras del nuevo líder de los tories: “Ahora mismo nuestro país se enfrenta a una profunda crisis económica,
las postrimerías de la covid siguen ahí y también la guerra de Putin en
Ucrania. Todo esto ha desestabilizado el mercado energético y las cadenas de
suministro en todo el mundo”.
Alza de impuestos y recortes en el gasto público parecen ser decisiones que
serán anunciadas próximamente en el Plan
Económico de R. Sunak.
Resteado con el Brexit, el flamante primer ministro tuvo que resaltarlo
ante los parlamentarios que habían apoyado el divorcio de Inglaterra del modelo
integracionista europeo, y que tendrá que avanzar en la misma dirección de sus
antecesores como B. Jonhson o L. Truss.
Tendrá, asimismo, demostrar que no solamente es capaz de superar por sí
mismo la situación económica tan particular en la que se encuentra el Reino
Unido, sino que estarán a prueba sus capacidades de liderazgo político para
dejar atrás la derrota que le inflingió hace apenas unos tres L. Truss lo
derrotó al convertirse en la primera ministra de más corta duración que haya
conocido Inglaterra.
Y aunque L. Truss no tuvo mucho que anunciar en su reciente despedida de
Downing Street, muchos de los observadores y analistas que asistieron les dio por
destacar la suave transición de Isabel II a Carlos III, y, desde luego, las
repetidas rectificaciones a que fue obligada por sus desacertadas políticas que
gran parte de los ingleses no entendieron, y, por sobre todas las cosas,
rechazaron por sus incoherencias y los
riesgos que acarreaban.
Para Rishi Sunak está en juego la
recuperación política de los Tories, el restablecimiento del crecimiento económico del Reino Unido y de la
macroeconomía en su conjunto, así como la confianza de los ciudadanos en que a
pesar del panorama internacional es posible volver a la senda del progreso y
del bienestar.
Pueda que su juventud, su condición de descendiente de inmigrantes o sus
cualidades empresariales le sean útiles en tan difícil tarea.
El mundo entero tiene los ojos puestos en el flamante gobierno de Rishi
Sunak.
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