India a la cabeza de los países más poblados del mundo.
Prof. Carlos E. Daly Gimón
Desde el punto de vista demográfico, India se encuentra
en la tercera fase de la transición demográfica, lo cual significa que la tasa
de natalidad tiende a disminuir pero el crecimiento de la población sigue en
alza en razón de la importancia que juegan los jóvenes en la dinámica del
incremento del número de sus habitantes.
Para el cierre del 2022 se estima que la progresión en el
porcentaje de habitantes en todo el país será de 8,9%, algo inferior a las estimaciones
iniciales de la Oficina Nacional de Estadísticas que la calculó en 9,2% a
principios de este año.
Pero, en cualquier caso, el número de habitantes en India
se ubica en la actualidad en 1.424.138.635 personas, muy cerca de China, considerada
hasta este año la nación con mayor número de habitantes en todo el planeta, con
1.458.121.926. Ello significa que en 2023 India pasará a encabezar la lista de
países con mayor cantidad de personas.
Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de
la Naciones Unidas, la población masculina de India alcanza los 735.320.542
hombres, es decir 51,6%, y las mujeres representan un total de 688.818.411 de
esa magnitud, lo que corresponde a 48,4%. Los nacimientos diarios se elevan a
30.366 y la cifra correspondiente a todo el año 2022 se elevará a 26.091.568.
Si se mide en términos relativos, el crecimiento en
número de habitantes representará los 16.094.701 en este mismo año, con un
aproximado de 18.732 personas cada día.
Este comportamiento demográfico obedece a una serie de
variables y patrones que caracterizan a la nación asiática.
Ante todo vale resaltar que la India experimenta un ISF (Indice
Sintético de Fecundidad) negativo desde diciembre de 2021, según se ha determinado
en la Encuesta Nacional sobre la Salud de la Familia, realizada en noviembre de
2021, lo cual se expresa en que ese último ISF se encuentra en 2,0, cifra
inferior al Indice de Sustitución de la Población que es 2,1. A lo largo de la
segunda década de 2021, el Indice de Sustitución se ubicaba alrededor de 2,2,
lo cual viene a revelar una marcada tendencia a la baja del ISF en todo el país.
Evidentemente, el ISF varía según las regiones, por lo
que como ocurre en otras naciones, el ISF de las zonas urbanas tiende a bajar
más rápidamente que el de las zonas rurales. Según indican los datos oficiales,
el ISF urbano de India es de 1,6 contra el 2,1 de las zonas rurales, tal como
se resaltó con anterioridad.
En el plano de la concentración de la población en las
grandes ciudades, vale señalar que la aglomeración urbana ha dado lugar a
grandes ciudades como Nueva Delhi (Delhi) que ya supera los 27.000.000 de
habitantes, Mumbai que ronda los 25.000.000 de personas, Calcuta con alrededor
de los 18.000.000 de habitantes o Hyderabat por encima de los 15.000.000.
La diferencia con las regiones rurales de la India son
muy marcadas, y se ha venido afianzando
a lo largo de los años.
En el caso de las zonas rurales, la población ha venido
disminuyendo a lo largo de varias décadas, y hoy en día se encuentra ubicada en
el 64% del total de la población según las estimaciones del Banco Mundial.
Este segmento de la población caracterizado por altos
niveles de pobreza y de desigualdad, el descenso poblacional ha sido manifiesto
a lo largo de las últimas décadas al punto de que los datos del Banco Mundial
revelan un crecimiento de apenas 0,3 anual, lo cual también se verifica en
cuanto a la tasa de mortalidad, supervivencia por encima de los 65 años o la
tasa de registros por inactividad en el sector rural.
Más allá de las características y especificidades en el
crecimiento de la población, conviene tener en cuenta los principales factores que
permiten a India el impulso demográfico que hemos resaltado.
El crecimiento del PIB es uno de ellos.
Antes de la pandemia Covid-19, India enfrentaba un
crecimiento económico más bien moderado de alrededor del 3% anual. Incluso
justo antes de la pandemia, la tasa de crecimiento del PIB fue de apenas 2,8%,
cifra insuficiente para las necesidades y requerimientos de la nación asiática.
Después de la abrupta caída por la crisis sanitaria, la
economía Hindú experimenta un fuerte impulso en 2021, alcanzando en algunos
trimestres una dinámica en el producto superior al 20,1%, y el 2022 se ha
mantenido un crecimiento sostenido en el PIB, al punto de que este última
trimestre se ha registrado un alza en el PIB muy por encima de las economías
más desarrolladas del mundo, con un índice de 13,5%.
La actividad
industrial, el sector agrícola y los servicios han sido el sustento de ese
crecimiento económico.
Pero, como bien se sabe, para que el fuerte crecimiento
poblacional que hemos descrito sea sostenible deben adoptarse políticas y
estrategias que permitan darle alimentación y bienestar.
India desde hace años ocupa espacios fundamentales en los
escenarios mundiales pero no puede considerársele una economía desarrollada, e
incluso no ocupa posiciones cimeras en las clasificaciones relativas al mayor avance
en cuanto a estructuras económicas más competitivas.
Está el problema de las infraestructuras que requieren inversiones
cuantiosas para complementar y profundizar las actividades empresariales, y el
desarrollo de las obras públicas.
En igual medida, incentivar la producción de bienes
esenciales para atender esa población creciente que requiere mejorar su consumo
alimentario a corto y mediano plazo.
Tienen las estrategias prioritarias en la India que
ampliar y fortalecer el impulso y modernización de las comunicaciones y,
ciertamente, de sus sistemas sanitarios.
La construcción de viviendas y las mejoras educativas son
aspectos de primera importancia en las políticas económicas y sociales que
permitan darle viabilidad a la India como potencia económica mundial.
Probablemente el reto que tiene la India en los años
venideros es superar los límites de la pobreza y el atraso con los medios que
más abundan en su territorio: el factor humano.
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