La OPEP baja su producción y los precios se disparan: ¿quién resulta beneficiado?

 La OPEP baja su producción y los precios se disparan: ¿quién resulta beneficiado?





                    Prof. Dr. Carlos E. Daly 


    En medio de una coyuntura mundial compleja en la que factores como la inestabilidad monetaria y financiera sacuden los mercados, con tasas de inflación inusualmente altas, una crisis energética diversa y persistente, y en medio de un conflicto bélico originado por la invasión de Ucrania por parte de la  Rusia de Putin, todo ello sin mencionar los profundos desequilibrios políticos y sociales que abundan por doquier, ahora viene a sumarse esta decisión sorpresiva y de significativas consecuencias para la economía mundial como es la reducción de la producción petrolera por parte de importantes socios de la OPEP.

Arabia Saudí, Emiratos Arabes Unidos (EAU), Kuwait, Irak y Omán acaban de anunciar que desde mayo hasta finales de 2023, reducirán su producción petrolera "voluntariamente" de la siguiente manera: Medio millón de b/d para Arabia Saudí, 144.000 b/d correspondientes a los EAU, Kuwait por su parte va a reducir 128.000 b/d, a Irak le corresponderán 211.000 b/d y, finalmente Omán con una disminución de 40.000 b/d.
Ello representa la reducción de 1.019.000 b/d, sin tomar en cuenta que en las próximas semanas está prevista una reunión de la OPEP+ para considerar "un reajuste en la oferta conjunta de crudo".
Estas decisiones tienen por finalidad, según se ha reconocido públicamente, de "apoyar la estabilidad del mercado petrolero", o, dicho de otra manera, “hacer frente a los desafíos a los que se enfrenta el mercado mundial de petróleo y lograr un equilibrio entre la oferta y la demanda”.
El impacto inmediato de estas determinaciones de la OPEP ha sido, de inmediato, un movimiento alcista de los precios del petróleo.
Según informan los medios especializados, el petróleo a futuro del Brent del mar del norte ha aumentado en más de 6,5% en cuatro días, alcanzando así los 85$ por barril. Asimismo, el marcador West Texas Intermediate (WTI) se ubico en 80$, mostrando un comportamiento fuertemente alcista, y similar al Brent.

Bien vale resaltar que más allá del sensacionalismo mediático que está detrás de este incremento de los precios, no debemos olvidar que las agencias especializadas serias habían anunciado en el primer trimestre una previsible alza de los precios petroleros en 2023. Así, los pronósticos de BARCLAYS asignaban al Brent un precio de 92$ por barril, y para el WTI 87$. Por su parte, JPMORGAN aseguraba que el precio para ambos tipo de crudo no superaría la barrera de los 100$, mientras que GOLDMAN SACHS estimó 86$ para el WTI y 92% para el Brent (https://www. Precio del Petróleo 2023 preciopetroleo.net.htm).   
La base de estas predicciones es el significativo aumento en la demanda mundial de petróleo que la economía mundial requiere para su recuperación.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha sido muy categórica al señalar que se espera que la demanda mundial del 2023 supere el máximo histórico de 102 millones de barriles diarios, todo ello debido a la reactivación de las actividades en la postpandemia, y en particular la incorporación de un importante consumidor  de petróleo como es China. 
Pero más allá de la crisis energética que ciertamente afecta a países europeos y a los Estados Unidos, esta alza de los precios de los hidrocarburos genera impactos relevantes en las variables macroeconómicas tanto de los países consumidores como para los exportadores.
       
Las naciones importadoras de petróleo crudo y derivados tienen importantes dificultades para asegurar el suministro de energía indispensable para el funcionamiento de su aparato económico. De petróleo crudo pero sobre todo de gaz. El conflicto militar  ruso/ucraniano no sólo ha revelado la elevada dependencia de europa occidental del gaz ruso, sino que  la ha obligado a adoptar medidas de austeridad energética, de procurar conseguir fuentes distintas de proveedores de gaz, y, en algunos casos, a suspender los programas de transición energética, incluso a regresar a fuentes de energía como el carbón que se creían en vías de desaparición.
Al igual, las sanciones petroleras han agregado elementos problemáticos a la cuestión energética de occidente.
En cuanto a los países exportadores de la OPEP,  es evidente que el alza sostenida de los precios y que, muy probablemente, seguirá su curso en los meses venideros, tiene tres efectos de significativa relevancia.
En lo inmediato, los ingresos por concepto de la factura petrolera internacional se incrementarán de manera sostenida, favoreciendo así sus posibilidades reales de disponer de mayores recursos para financiar sus proyectos de crecimiento y desarrollo.
Es evidente, asimismo, que la capacidad de negociación de la OPEP se verá fortalecida, por su capacidad de incidir en la demanda mundial petrolera y, consecuentemente, sobre los precios en los mercados internacionales.
Bajar la producción por parte de la OPEP implica, también, alargar la vida útil de su potencial de producción, lo cual equivale a decir que su condición de proveedor de energía de origen fósil se fortalece al menos en el corto plazo, y obliga a postergar los planes de sustituir la energía tradicional por las llamadas energías limpias.
Bajar la producción para estabilizar los mercados no es una decisión innovadora ni diferente a lo implementado en coyunturas parecidas en el pasado, porque, después de todo desde hace bastante tiempo que el petróleo es un arma de la geopolítica y ya nadie lo duda. 


Comentarios