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La realidad energética en 2023: aumenta la demanda mundial de carbón.
Prof. Dr. Carlos E. Daly Gimón
Hasta épocas muy recientes, se daba como un acuerdo prioritario y fundamental (Tratado de Paris, por ejemplo) la necesidad de disminuir tanto la producción como el consumo del carbón a escala planetaria. Numerosos e importantes países coinciden en ello.
La razón principal es que el carbón es uno de los combustibles fósiles más contaminantes en la actualidad, porque libera grandes cantidades de CO2, su uso como fuente energética tiene un impacto directo sobre la huella de carbono, y por tanto, contribuye de manera decisiva al cambio climático que azota al planeta tierra.
Para enfrentar tan grave problema es que el cambio en los patrones energéticos se vuelve indispensable, particularmente la sustitución de las energías sucias como el carbón por las energías renovables, más limpias y en mejor sintonía con la eficiencia energética.
Tan es así que hace menos de 2 años, 46 países se comprometieron en la Cumbre de Glasgow (Escocia) a eliminar gradualmente el uso del carbón en su consumo energético, entre los cuales estuvieron Polonia, Vietnam y Chile, pero, curiosamente, no se sumaron a este acuerdo las principales naciones consumidoras como China, Estados Unidos, Australia e India.
Porque, como bien se sabe, la realidad de las patrones energéticos no siempre obedece a los buenos deseos ni a los convenios que suelen suscribir los diferentes actores supuestamente interesados en defender el medio ambiente.
Hace pocos días, la Asociación Internacional de la Energía(AIE) ofreció los datos más recientes del año en curso, y sin mayores consideraciones, estableció que en el primer semestre del 2023, el crecimiento de la demanda de carbón fue del 1,5%, lo que representa unos 4.7 millones de toneladas destinadas, prioritariamente, a la generación de energía y a usos industriales de carácter no energético.
El principal consumidor sigue siendo China, seguido por India, luego le siguen los países de la Unión Europea, muy cerca de los Estados Unidos.
Asimismo, la AIE estima que en lo que resta del 2023, el consumo de carbón se mantendrá constante en cuanto al comportamiento de las principales naciones demandantes de este combustible fósil.
Estos datos de la AIE dejan un sabor agridulce en la boca de quienes apostamos por un mayor compromiso de los dirigentes y políticos con el medio ambiente, y, especialmente en la lucha contra el cambio climático.
Los precios del carbón, en este mismo período, si experimentaron un descenso al punto de aproximarse a los niveles del verano de 2021, afectados por una oferta más diversificada y unas cotizaciones realmente competitivas del gas natural.
Este es un factor de particular relevancia, pues los países importadores se vieron favorecidos por las bajos precios del carbón.
La recuperación de las economías más desarrolladas en el período post-pandemia, y la crisis energética provocada por la invasión de Rusia a Ukrania son los factores determinantes en la demanda mundial del carbón.
Somos de la opinión de que las estrategias energéticas mundiales tienen que retomar la senda de la protección del medio ambiente y de salvaguarda de la naturaleza, por lo que la sustitución del carbón y su minimización como fuente de energía es un objetivo a corto plazo si se quiere asumir con seriedad la Transición Energética a la que tanto se alude.
Acciones y no declaraciones es lo que se espera en el mundo del cambio energético que tenemos por delante.
E incrementar, por sobre todas las cosas, cada vez más las inversiones en energías renovables.
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