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        "Joe Biden y la inflación a finales de 2023".





                Prof. Dr. Carlos E. Daly Gimón



            Al comienzo de la gestión de J. Biden -enero 2021- al frente del gobierno de los Estados Unidos, el tema de la inflación lucía como uno de los problemas más difíciles de vencer a corto plazo, y se planteaba como el más acucioso asunto de política económica para los fines de su reelección presidencial.

A finales de 2022, los registros revelaban una tasa de inflación interanual de 6,5% y una inflación promedio anual de 8,01%. Se consideró, en su momento, "la peor inflación en décadas", "la inflación más alta en los últimos años", "una sombra de incertidumbre sobre el futuro de la economía" , con los consiguientes efectos sobre la deuda, los mercados de valores, la estabilidad del dólar y el crecimiento económico de la Nación.

Desde entonces, las acciones económicas del gobierno de J. Biden declararon a la inflación como "la principal prioridad nacional", y desde mayo de 2022 se adoptaron medidas como liberar un millón de barriles de las reservas estratégicas para contrarrestar los efectos de la invasión de Ukrania por parte de Rusia, reducir el costo de producción de los productos alimenticios, limitar el déficit fiscal mediante los impuestos a las grandes fortunas, e impulsar una estrategia monetaria del Tesoro (FED) norteamericano que tuvo como sustento revertir los incentivos en materia monetaria y dejar de comprar bonos e invertir para darle mayor liquidez al mercado, y por esa vía ajustar de manera sistemática las tasas de interés hasta conseguir el objetivo perseguido de estabilizar los precios de los bienes y servicios. 

Además, se propuso promover una mayor competencia, eliminar las barreras en el mercado laboral, resolver los cuellos de botella de las cadenas de suministro y fomentar las inversiones en los Estados Unidos.

Estas medidas han surtido el efecto esperado, al menos en cuanto a la inflación se refiere, logrando no sólo estabilizarla sino, incluso reducirla.

Los datos del Indice de Precios al Consumidor (IPC) de octubre de 2023 arrojan como resultado una reducción evidente de más de medio punto porcentual (3.2%), por debajo de la inflación interanual registrado en septiembre (3.7%).

La inflación subyacente, la que excluye a los precios más volátiles como la energía y el precio de los alimentos, también experimentó un descenso significativo a 4% en 12 meses cuando, según los especialistas, se esperaba un resultado de 3.3% anual.

Vale resaltar que la política monetaria de la Reserva Federal ha tenido un rol determinante en estos resultados en materia inflacionaria, particularmente en cuantos al alza de las tasas de interés se refiere, pues los tipos de interés de referencia se han sostenido en niveles históricos, en un rango de 5.25% a 5.50% anual, lo cual supone un encarecimiento del crédito, impacta de manera significativa a la inversión y todo ello conlleva a reducir la presión sobre sobre los precios.

Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos son en 2024, y probablemente veamos de nuevo a J. Biden ante D. Trump en un debate electoral en el que la inflación estará presente, no solamente porque se trata de un tema de primera importancia para los electores sino porque se elegirá el candidato que pueda gobernar para darle un mejor bienestar a la población.

Si J. Biden logra repetir en 2024 los resultados en materia inflacionaria de este 2023, sus posibilidades de ganar las elecciones presidenciales estarán sustancialmente mejor sustentadas que las de D. Trump. Y, especialmente, en todo lo que tiene que ver con la estrategia monetaria, pues, Jerome Powel, presidente de la Reserva Federal ha dejado claro en sus más recientes declaraciones de que no dudará en subir las tasas de interés,  "si es lo más apropiado para reducir la inflación".

Menos inflación y más bienestar están, en el plano electoral, por encima de los conflictos bélicos y de las alianzas con socios internacionales.

 


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