Del sobrendeudamiento al defaut soberano hay sólo un paso.

 Del sobrendeudamiento al defaut soberano hay sólo un paso.📕📕📕📕📕📕📕📕📕📕









        Prof. Dr. Carlos E. Daly


El endeudamiento externo no debe considerarse como un conjunto de decisiones equivocadas de los gobiernos, sino como acciones de política económica que forman parte de los objetivos macroeconómicos fundamentales, de mediano y largo, de cada país. El crédito y, por ende, la generación de pasivos para las empresas, instituciones o ciudadanos es un elemento central de la economía, de allí que lo que importa es el manejo económico que de él se haga. Cabe entonces afirmar, que lo que termina siendo decisivo es la gestión de la deuda, es decir, los pagos de los compromisos y la cancelación de las obligaciones que toda deuda genera.

La economía internacional está en 2025, de eso no cabe lugar a dudas, sobreendeudada. En términos cuantitativos, en 2024, la deuda pública mundial se elevó a 102 billones de $, monto significativamente superior a los 97 billones de $ de 2023. En ello ha contribuido las bajas tasas de interés a lo largo de toda la década pasada y el primer quinquenio de la actual, la pandemia Covid-19 y todas las consecuencias que ello acarreó en los sistemas productivos y  comerciales a escala planetaria, y las necesidades de numerosos países en vías de desarrollo de financiar sus procesos de desarrollo.

En el alza de los niveles de deuda pública externa han contribuido de manera sustancial tanto los países desarrollados como las naciones en vías de desarrollo. Entre las naciones más endeudadas del planeta, en 2024, encontramos a los Estados Unidos con obligaciones que rondan lo 32,9 billones de $, seguido por el Reino Unido con 8,7 billones de $, Japón con 4,34 billones de $ y Países Bajos 3,79 billones de $. En cuanto a las naciones en vías de desarrollo, el monto total de deuda en 2024 se elevó a 31 billones de $, siendo Asia y Oceanía la región que concentra el mayor endeudamiento con un 24%, seguido por América Latina y el Caribe con un 5% del total mundial, aproximadamente, y el continente africano con un 2% de la deuda global.
 No obstante, son las naciones en vías de desarrollo las que han visto aumentar sus acreencias externas con mayor intensidad  y, por sobre todo, quienes han experimentado una serie de distorsiones que se presentan cuando se supera ciertos límites en el endeudamiento externo. Es el caso del servicio de la deuda externa, y en particular, el pago de los intereses  y la cancelación del principal de la deuda propiamente dicha.
Según la UNCTAD, los países en desarrollo pagaron la cantidad de 921.000 millones de $ en intereses en 2024, lo que según este organismo internacional, representa un incremento de más del 10% si se le compara con 2023. Asimismo, vale resaltar que el ritmo de crecimiento de  los niveles de deuda en el mundo en desarrollo es bastante más rápido que el de los países desarrollados, y lo más importante, quizás, es que con el pago de montos tan cuantiosos, se dejan de destinar  esos recursos a sectores o actividades que tienen carácter prioritario para el mejoramiento de la calidad de vida de la población, como es la educación o la recuperación de la salud de los sectores de menores ingresos.

Ello, ciertamente, en el mejor de los casos. 
Existen situaciones de mayor complejidad, que son aquellas en las que no pueden cumplir con el servicio de sus niveles de endeudamiento externo y por tanto se ven en la compleja circunstancia de suspender los pagos de las deudas pactadas con acreedores internacionales. Como bien se sabe, el default soberano se refiere a aquella circunstancia en la que un país no puede honrar sus compromisos de deuda, es decir, atender los montos y plazos establecidos en los contratos de deuda.

Una de las consecuencias más importantes de la situación de default soberano es la pérdida de acceso a los mercados financieros internacionales, lo cual se traduce en revisar sus estrategias de crecimiento y, consecuentemente, a reestructurar sus deudas para poder tener acceso a los mercados financieros en un futuro próximo. Este proceso de reestructuración reviste particular importancia e implica procesos complejos de negociación, en lo que el país en situación de default soberano tendrá que adoptar medidas de corte fiscal, cambiario y monetario que sean creíbles, técnicamente viables, y que permitan reestablecer la confianza vulnerada.
Hoy en día está suficientemente claro que el default soberano es un fenómeno más propio de las economías menos desarrolladas, en razón, fundamentalmente, de que son los países menos desarrollados los que tienen los niveles de deuda más elevados, y que además, tienen mayores dificultades para generar los recursos financieros  necesarios para cumplir con sus niveles de endeudamiento. En América Latina se han presentado en diferentes oportunidades países que han tenido que declararse en default soberano, aunque la manera como han logrado superarlo ha sido diferente. Actualmente tenemos dos casos que resultan reveladores. El primero de ellos es el caso de Argentina, país que ha incurrido más de una vez en default soberno pero que esta vez se encuentra en un complejo proceso de negociación con organismos multilaterales para evitar sanciones, y como se dijo, su exclusión de los mercados financieros internacionales. Junto a la Argentina está el caso del default soberano de Venezuela, país que tiene más de una década en situación de default soberano y por tanto ha sido  totalmente excluido de los circuitos financieros multilaterales y de bancos privados, y no puede emitir deuda y acceder a préstamos que le permitiesen, de ser posible, mejorar el ingreso de inversiones para superar las difíciles circunstancias macroeconómicas en las que se encuentra en la actualidad.

El default soberano radical es el camino más evidente hacia el aislamiento y la inestabilidad macroeconómica a mediano y largo plazo.















 


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