"La economía de Alemania en dificultades".

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        Prof. Dr. Carlos E. Daly Gimón



El crecimiento económico de Alemania muestra un comportamiento por más de cinco años consecutivos que no deja de sorprender, pues desde hace décadas todos daban por cierto aquella afirmación de que Alemania es el motor de europa. Tercera economía del mundo si se le compara en términos de PIB, y según el FMI, 28% de la economía de la zona euro, pero el panorama que se visualiza en este 2025 es bastante distinto a lo que ya se conocía de la prosperidad y solidez de la locomotora europea.
0.4% de crecimiento del PIB en 2023, 1,3 % en 2024, y las estimaciones para este año la ubican alrededor del 1.2%, bastante por debajo de la media europea que estima alrededor del 1.8% según datos de la OCDE.

Según el eminente profesor M. Schularick, del Instituto Kiel para la Economía Mundial, esto ocurre porque Alemania hizo algunas apuestas que no acertó, o al menos, no tuvo la puntería necesaria para que su modelo económico mantuviera su ritmo y desarrollo. La primera se refiere a la energía barata para darle sustentabilidad al sector industrial alemán, y que está relacionado con la invasión Rusa por parte de Ukrania. Angela Merkel tomó la decisión en 2011 de realizar un giro energético significativo, pues optó por minimizar la utilización de la energía nuclear en la industria alemana y prefirió el suministro de energía barata desde Rusia. Tan es así, que la decisión del Estado teutón se mantuvo a lo largo de la última década, y  en abril de 2023 se cerraron las plantas de Isar 2, Emsland y Neckarwestheim 2, aún con la guerra Ukrania-Rusia en curso. Como consecuencia, vendría el corte del suministro de gas como fuente energética fundamental para la industria, a pesar de que se le consideraba a Rusia como un socio energético confiable.

Hubo, ciertamente, un aumento de la producción interna de energías renovables, pero Alemania también se vio obligada a usar las fuentes energéticas tradicionales para sustituir el gas ruso por gas natural licuado de otras fuentes de suministro, y también a regresar al carbón en ciertos casos. Todo ello provocó una crisis energética de cierta envergadura, con severas restricciones en el consumo energético, alzas en las tarifas de electricidad, y una racionalidad que perjudicó la capacidad industrial del país.

La segunda apuesta que refiere Schularick es la desaceleración económica de China y su impacto en Alemania. Es bien conocido, que la potencia asiática se fue convirtiendo a lo largos de los años un mercado de mucha importancia para el crecimiento industrial alemán, en particular en lo relacionado con la fabricación de máquinas, el sector automotriz y la industria química y petroquímica. Entre 2022 y 2023, las exportaciones alemanas hacia China cayeron en más de un 9%, y no hicieron más que confirmar una tendencia comercial que se venía anunciando desde la década anterior. Varios factores han contribuido a enrarecer las relaciones comerciales de China y Alemania, entre las que cabe destacar la competitividad creciente en renglones en los que los empresarios alemanes destacaban, y en los que se verifica un cierto retraso tecnológico que ha perjudicado la colocación de sus productos en mercados muy exigentes, las políticas de sustitución de importaciones es otra variable que hay que tomar en cuenta, y la ubicación de empresas alemanas en territorio chino, lo cual ha impactado la capacidad exportadora desde la propia Alemania.

En materia de inversiones recíprocas se observa un vaivén relevante, pues más allá de que los criterios diversos acerca de la naturaleza de las relaciones de China y Alemania, lo cierto es que la dependencia de Alemania con respecto a China en materia de materiales y componentes claves es una preocupación en las estrategias gubernamentales de Alemania.

El tema del deterioro de las infraestructuras es un tercer elemento a tomar en cuenta a la hora de analizar el decaimiento económico de Alemania.

Puentes, carreteras, vías férreas y autopistas presentan deterioros y afectan el funcionamiento de organizaciones empresariales de diversa índole que exigen medidas urgentes al estado para poder mantener su competitividad y eficiencia.

Según DW, el gobierno federal tiene previsto una inversión en reconstrucción de vías férreas en más de 4.000 kilómetros, por un monto de 27.000 millones de euros hasta 2027, y ya se sabe que ese monto resulta insuficiente frente a las necesidades de corto y mediano plazo. 

A este respecto, la reparación y mantenimiento de las infraestructuras alemanas plantea otro problema de orden económico importante, y es la capacidad de endeudamiento de los entes públicos. No obstante, habrá que darle cabida al sector privado, pues son bien conocidas las limitaciones establecidas en la Ley Fundamental, y los tratados europeos que obligan a que no se supere el 60% del PIB como límite para el endeudamiento público.

En consecuencia, habrá que amoldarse a esta capacidad de financiamiento de las infraestructuras, más allá de si el país es más o menos competitivo y pierde liderazgo en el plano de la integración europea y en el liderazgo global de comercio y desarrollo.

Queda claro que en las recientes elecciones en Alemania es mucho lo que está en juego, porque detener el descenso del país en cuanto a sus estrategias de crecimiento y desarrollo se ha vuelto el termómetro esencial para visualizar el futuro de la nación, y el de sus dirigentes fundamentales. Probablemente, habrá que ver, tendremos un nuevo liderazgo pragmático en Alemania que quiera redescubrir los años de riqueza y bienestar perdidos. 




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